No saber explicar el producto

En ocasiones vemos algunos productos que parecen tenerlo todo para triunfar pero terminan fracasando. La determinación de las causas es en algunos casos una labor compleja pero en la mayoría de las ocasiones se deben a defectos básicos en los mismos o incluso a estrategias equivocadas en su comercialización.

Este suele ser uno de los problemas más habituales. Ser un experto en un producto no te hace el mejor vendedor puesto que tu cliente no lo es. Partir de esta base es fundamental para poder entender qué palabras, estímulos o explicaciones necesita el cliente para entender todos los beneficios de nuestros productos.

Cualquier artículo o servicio debe ser explicado desde el punto de vista del cliente. ¿Qué es lo que busca el cliente de ese servicio o artículo? Precio, calidad, fiabilidad, le resuelve un problema, le hace la vida más cómoda, le eleva el status social…

 El producto o servicio no es bueno porque es tuyo, es bueno porque tus clientes quieren comprarlo.

No encontrar el segmento de mercado adecuado

Abrir un negocio y pensar que todos los habitantes del planeta son tus potenciales clientes es un error demasiado común en los emprendedores hoy en día.

Más si ese emprendedor tiene una ligera idea de redes sociales o simplemente tiene muchos amigos en su Facebook personal.

Todos vendemos algo a alguien. El problema de las pequeñas empresas y, sobre todo, de los emprendedores que empiezan, es que no tienen muy claro quién es ese comprador ideal para ellos.

Invisibilidad del negocio o la marca

Dar a conocer nuestro negocio o marca es una de las principales tareas de cualquier empresario. El problema viene a la hora de elegir el medio y los recursos. Hacer publicidad de un negocio es muy sencillo y puede ser muy barato. Pero si utilizas un medio que no es el adecuado y te diriges a personas que nos les interesa tu producto o servicio, sólo habrás perdido tiempo y dinero.

No tener un plan de marketing

Toda empresa, grande, pequeña  o mediana tiene unos horarios establecidos, tiene un periodo de vacaciones, sabe cuándo debe pagar impuestos, cuándo debe comprar productos…

Pero no todas las empresas, pequeñas y medianas tienen un plan de marketing para saber qué productos o servicios deben publicitar para incitar a la venta, ni cuándo deben hacerlo.

Tener claro cuándo conviene vender una cosa u otra hace que el plan de marketing sea más efectivo y eficaz.

Por ejemplo, los divorcios se disparan en septiembre, después de las vacaciones de verano. Un abogado logrará más pubicitando sus servicios para esos menesteres a finales de agosto que en mitad de febrero.

Los gimnasios se llenan a principios de enero y a mitad de mayo. Darse publicidad un poco antes para captar la atención de todos esos que están buscando información será crucial para que el gimnasio en cuestión se llene de clientes. Planificación. Hacer las cosas no por salir y estar ahí, sino porque es el momento justo para hacer publicidad con el máximo beneficio para la empresa.